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SOY MINISTRO Y HAGO LO QUE QUIERO

Urresti se comporta como troglodita desenfrenado.

Publicado: 2014-12-27

Si Ollanta Humala pretende seguir presidiendo un gobierno que respete los fundamentos básicos de una democracia, debiera poner en su sitio de una vez al troglodita desenfrenado en que se ha transformado su ministro del Interior. 

Daniel Urresti parece hoy un Frankenstein suelto por el país enfrentándose a lo que pueda con el fin de volverse alguien más popular.

Quién no va a estar en contra del terrorismo que tanto daño le hizo la Perú, pero eso no debiera llevar a tolerar que el ministro del Interior irrumpa en una exposición diciendo que quiere capturar cabecillas de Sendero Luminoso y gritando, con voz afeminada, que no se necesita que le pidan pruebas.

Pruebas y una orden judicial es lo que se requiere en una democracia para detener a cualquier persona, o suspender un evento como dicha exposición en la que, en efecto, se iban a exhibir obras artísticas de dirigentes de Sendero Luminoso que están en prisión cumpliendo condena, como la esposa de Abimael Guzmán, Elena Iparraguirre.

En una democracia todo se hace según las leyes, no de acuerdo con el gusto de un ministro que, con prepotencia creciente, siente que puede hacer lo que le venga en gana.

Algo parecido sucedió la semana pasada cuando Urresti decidió que las personas que querían participar en la marcha de protesta contra la ley de empleo juvenil debían mostrar su DNI y sus mochilas, lo que motivó que la propia premier Ana Jara tuviera que llamarle la atención, en público, vía Twitter.

Lo mismo ha ocurrido con la respuesta cachacienta del ministro Urresti ante el reclamo justificado del Colegio de Periodistas de Lima, el cual lo ha declarado persona non grata por las constantes agresiones de los policías a los periodistas y reporteros gráficos, que cubren marchas como las que protestan contra el nuevo régimen laboral juvenil.

Urresti siente que, por ser ministro, puede hacer lo que quiere con el fin de convertirse en alguien crecientemente popular, acaso para construir una candidatura presidencial, acaso para, simplemente, asegurar su permanencia en el gabinete a partir de la creencia del presidente Humala de que el desempeño de su responsable de la seguridad le acaba salpicando algo de su popularidad en un momento en el que él se siente políticamente débil.

Pero mientras eso ocurre, la seguridad ciudadana –que debiera ser el objetivo central y único de Urresti– se sigue deteriorando, al igual que la proyección democrática del gobierno debido a que este siente que, como es ministro, puede hacer lo que quiere, sin que nadie en el gobierno lo pueda poner en su sitio.

                                                              Columna de Augusto Álvarez Rodrich .


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VISION ANDINA

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